ARTICULO 39 CPEUM. LA SOBERANIA NACIONAL RESIDE ESENCIAL Y ORIGINARIAMENTE EN EL PUEBLO. TODO PODER PUBLICO DIMANA DEL PUEBLO Y SE INSTITUYE PARA BENEFICIO DE ESTE. EL PUEBLO TIENE EN TODO TIEMPO EL INALIENABLE DERECHO DE ALTERAR O MODIFICAR LA FORMA DE SU GOBIERNO.

lunes, 24 de marzo de 2014

"Izquierda plural" (23 de marzo, 2014)

John M. Ackerman

Muchas de las mismas voces que ayer criticaban el “centralismo” y el poder unipersonal de Andrés Manuel López Obrador hoy supuestamente “lamentan” la división que existiría entre las diferentes fuerzas de izquierda. El objetivo es claro y consistente: hacer creer a las fuerzas progresistas que ellas son las responsables de su propia derrota, primero por entregar su confianza a un líder y después por buscar generar nuevos movimientos y liderazgos. Si bien la autocrítica es siempre un ejercicio sano, también es muy importante aprender a distinguir entre los cuestionamientos que buscan construir y aquellos cuyo único fin es destruir y desanimar. 

Es cierto que la merma en la actividad pública de López Obrador desde su trágico infarto al miocardio, en diciembre del año pasado, ha dejado un enorme vacío de liderazgo social y una carencia de iniciativas políticas aglutinadoras. Al parecer, este gran dirigente ha decidido dejar de lado la lucha social, aunque sea sólo momentáneamente, para enfocarse en la construcción de su nuevo partido político, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Pide paciencia a la población y promete que una vez que Morena “llegue al poder” se podrán revocar todas las reformas anti-populares aprobadas durante 2013. 

Esta estrategia resulta ser ingenua en el mejor de los casos y contraproducente en el peor de los escenarios. La última década de comicios federales ha dejado perfectamente claro que la vía electoral está cancelada para la izquierda política. El poder del dinero y de la corrupción es tan grande que, hoy por hoy, no existe posibilidad alguna de que López Obrador, o alguien con convicciones similares, llegue a la Presidencia de la República. 

Hasta el acceso de la izquierda a las gubernaturas de los estados y a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal se encuentra cerrado. Hoy no existe un solo mandatario de una entidad federativa que haya podido articular una visión progresista diferente, innovador o auténticamente democrático. Miguel Ángel Mancera, Graco Ramírez, Arturo Nuñez, Ángel Aguirre y Gabino Cue todos son participantes activos en la consolidación autoritaria y el afianzamiento de las políticas neoliberales que hoy vivimos en el país. 

Las instituciones electorales, los medios de comunicación, el gobierno de los Estados Unidos y la correlación de fuerzas sociales todos están perfectamente alineados para evitar que la izquierda llegue al poder en México. Y el sensible aumento a los ataques a la prensa durante 2013, reflejado en el informe más reciente de Artículo 19 (disponible aquí: http://informe2013.articulo19.org/), demuestra que la situación va de mal en peor. Seguir pensando que con la pura fuerza del enorme carisma e imprescindible liderazgo de López Obrador ahora sí se podrá lograr una sorpresa electoral en 2018 es rayar en el pensamiento fantasioso. 

La única posibilidad para que la izquierda eventualmente llegue a dirigir el país sería por medio de una previa transformación radical en la correlación de fuerzas sociales. Es necesario articular un fuerte frente opositor al poder oligárquico nacional y financiero internacional para dejar perfectamente delineada la división histórica entre quienes hoy defienden el interés público y los que solamente buscan el lucro personal. 

Recordemos que los logros del Instituto Federal Electoral (IFE) entre 1996 y 2003 y del Congreso de la Unión entre 1997 y 2012 no se debían principalmente a la visión o los principios de los individuos que ocupaban cargos en estas instituciones, sino al contexto de pluralidad política y exigencia social que imperaba en aquellos momentos. Los funcionarios y los representantes fueron obligados a actuar, muchas veces en contra de su propia voluntad, en respuesta a la presión ciudadana desde abajo. 

El régimen autoritario busca generar caos y división entre los diferentes grupos rebeldes con el fin de justificar la represión o la intervención “institucional”. El caso del Auditorio Ché Guevara en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM es un excelente botón de muestra. A raíz de los conflictos ahí, han surgido voces oportunistas que buscan utilizar la situación para desechar cualquier concepto o práctica de autogestión estudiantil con el fin de “recuperar” el espacio para el control exclusivo de las autoridades universitarias. Una estrategia similar ya fue implementada el año pasado para descalificar a la CNTE y la lucha magisterial (Véase: http://ow.ly/uLdO3). La incorporación del PRD dentro del “Pacto por México” también tuvo la clara intención de dividir a las fuerzas de izquierda. 

Hay que reconocer los dignos esfuerzos de quienes están trabajando de manera honesta para construir el nuevo partido político llamado Morena. Sin embargo, también habría que tener muy claro que este esfuerzo no servirá de absolutamente nada si no se modifica simultáneamente el contexto de fraude institucionalizado y corrupción estructural que hoy predomina en el país. 

La buena noticia es que al enfocarse en el frente político-institucional, López Obrador ha dejado libre el frente ciudadano-social para desarrollarse de manera autónoma sin tener que esperar las indicaciones de un solo líder nacional. El surgimiento de una variedad de nuevos esfuerzos y convocatorias desde la sociedad civil, los sindicatos y los grupos sociales constituye entonces una excelente señal de que se está desarrollando un sano proceso de regeneración y reconstrucción de resistencia social desde las raíces. 

Habría que hacer votos para que estos esfuerzos se multipliquen, se consoliden y se articulen. Es un grave error confundir la fecunda pluralidad propia de las expresiones sociales libres y auténticas con el divisionismo sectario infiltrado desde el poder. 

www.johnackerman.blogspot.com

Twitter: @JohnMAckerman

(C) John M. Ackerman, Todos los derechos reservados
(Publicado en Revista Proceso, 1951)

domingo, 9 de marzo de 2014

"Así somos y aquí estamos" (9 de marzo, 2014)


John M. Ackerman

El cierre de la página web 1Dmx.org por la empresa GoDaddy.com a petición de los gobiernos de Barack Obama y Enrique Peña Nieto constituyó un grave ataque a la libertad de expresión y a la libre circulación de ideas. Fue un acto similar al golpe al periódico Excélsior, orquestado por Luis Echeverría, el 8 de julio de 1976. La restitución de la página después de la difusión internacional del caso no enmienda el agravio. Todos los ciudadanos comprometidos con la democracia tendríamos la obligación de denunciar tal abuso de poder fruto de las “buenas relaciones” entre los gobiernos de México y Estados Unidos. 

Esta cobarde acción fue aún más grave tomando en cuenta la violación sistemática a los derechos humanos, los ataques a los periodistas y activistas, las estrategias de infiltración de las redes y movimientos sociales así como la consolidación del control mediático que han caracterizado el gobierno de Peña Nieto desde el 1 de diciembre de 2012. Al parecer, el paso de 38 años nos ha dejado parado exactamente en el mismo lugar que antaño. Durante el régimen del “viejo PRI” se utilizaba la Productora e Importadora de Papel S.A. De C.V. (PIPSA) para controlar a la prensa escrita con la amenaza del retiro del papel que se utilizaba para imprimir periódicos. Hoy el “nuevo PRI” se ha “modernizado” sus técnicas al cerrar las páginas dónde se publica información sensible sobre su actuar. 

La página 1dmx.org había funcionado como una plataforma esencial para documentar y denunciar la represión policiaca a los movimientos sociales ordenada desde las oficinas de Miguel Ángel Mancera, Marcelo Ebrard, Manuel Mondragón y Kalb, y Peña Nieto. Allí se daban a conocer videos, testimonios y fotografías que la mayor parte de la prensa escrita, y desde luego también los medios electrónicos, no se atrevían a difundir por temor a represalias de la autoridad o de sus patrocinadores. Por ejemplo, el trabajo de los colegas de 1dmx.org fue esencial en documentar la artera ejecución de Juan Francisco Kuykendall por policías federales el primero de diciembre de 2012 así como para alimentar el informe que emitió la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) sobre el abuso policiaco generalizado aquel día. 

La información completa sobre la censura de esta importante página web, junto con un formidable video que expone los pormenores del caso, se encuentra hoy en un sitio alterno (http://op1d.mx/). “Me parece lamentable que las autoridades del Gobierno del Distrito Federal, junto con las del gobierno federal, en coordinación con las de Estados Unidos, limiten el derecho de documentar y comunicar de las personas, y también de criticar a los gobernantes. Me parece un ejemplo de las más férreas dictaduras de cualquier país del mundo”, señaló Jesús Robles Maloof en la conferencia de prensa sobre el tema la semana pasada en las oficinas de Artículo 19 (véase: http://ow.ly/ugTit). 

Maloof tiene toda la razón. Si bien estrictamente hablando el cierre de una página web no es equivalente al cierre de un periódico o un canal de televisión, el mensaje de intimidación e intolerancia es exactamente lo mismo. El gobierno y los poderes fácticos están aterrados por la fuerza que van cobrando las redes sociales y las noticias en internet y están buscando desesperadamente nuevas vías para restringir el flujo de información. 

En momentos aciagos como el actual vale la pena aprender de la historia. En 1976, le salió el tiro por la culata a Echeverría la expulsión de Julio Scherer de Excelsior. En respuesta, Scherer junto con un grupo de distinguidos periodistas e intelectuales, incluyendo Rafael Rodríguez Castañeda, Vicente Leñero, Enrique Maza y Miguel Angel Granados Chapa, fundaron la revista Proceso, una revista que hasta fecha nos acompaña a los ciudadanos como uno de los pocos bastiones de crítica informada que pone todos los días límites al poder corrupto de la oligarquía empresarial y sus empleados gubernamentales. 

El editorial del primer número de Proceso, publicado el 6 de noviembre de 1976, deja un legado muy valioso. Ahí los editores denunciaron “la inquina política en términos que causaron asombro dentro y fuera de México” así como “la impudicia de la agresión” hacia el periodismo libre y expresaron su decisión de no permitir que “el silencio cubra por completo a esta nación”. Desde entonces la consigna “así somos y aquí estamos” ha inspirado la actuación de quienes forman parte de esta digna empresa editorial. 

Hoy la lucha es simultáneamente más difícil y más fácil que hace 38 años. Por un lado, el poder económico y político acumulado por las fuerzas de la reacción es mucho mayor que antes. La velocidad con la cual se aprobó la contrareforma energética en diciembre pasado y la íntima alianza entre Washington y Los Pinos, evidenciadas durante la captura del Chapo Guzmán, son claras evidencias del mismo. Pero por otro lado, el enorme potencial de las redes facilita la difusión de información “prohibida” y opiniones incómodas. El reto principal hacia el futuro será organizarnos de manera adecuada para aprovechar al máximo las nuevas oportunidades que ofrece el internet tanto al periodismo de investigación como a la disidencia y la crítica social. 

Twitter: @JohnMAckerman

(c) John M. Ackerman, Todos los Derechos Reservados
(Publicado en Revista Proceso, 1949)