ARTICULO 39 CPEUM. LA SOBERANIA NACIONAL RESIDE ESENCIAL Y ORIGINARIAMENTE EN EL PUEBLO. TODO PODER PUBLICO DIMANA DEL PUEBLO Y SE INSTITUYE PARA BENEFICIO DE ESTE. EL PUEBLO TIENE EN TODO TIEMPO EL INALIENABLE DERECHO DE ALTERAR O MODIFICAR LA FORMA DE SU GOBIERNO.

lunes, 23 de marzo de 2015

"Conflicto entre particulares" (22 de marzo, 2015)

Carmen Aristegui afuera de los estudios de MVS Radio 15 marzo, 2015 (Foto: Virgilio Passoti, Proceso)
John M. Ackerman

El gobierno de Luis Echeverría Álvarez jamás asumió la responsabilidad por la masacre de docenas de estudiantes en las calles de la Ciudad de México el 10 de junio de 1971 ni por la expulsión de don Julio Scherer de la dirección del periódico Excélsior el 8 de julio de 1976. Aquellos cobardes ataques a nuestros derechos más básicos, a la vida, a la protesta y a la libertad de expresión fueron presentados como “conflictos entre particulares”. Hoy, los hijos políticos de Echeverría recurren al mismo discurso de antaño para evitar ser llamados a cuentas tanto por la masacre estudiantil en Iguala, Guerrero, el 26 de septiembre de 2014, como por la destitución de Carmen Aristegui como titular de la primera emisión de MVS Noticias el 15 de marzo de 2015.

La escalofriante continuidad histórica de las estrategias del régimen, paradójicamente, genera esperanza. A lo largo de los últimos 40 años el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no ha evolucionado un ápice, sino que se ha estancado en un pantano de lógicas retrógradas ya rebasadas por los tiempos modernos. En contraste, la sociedad se ha transformado radicalmente en las últimas cuatro décadas. Somos ahora mucho más conscientes, informados, comunicados, exigentes y movilizados que antes. El desenlace de la crisis actual, entonces, promete ser mucho más positiva y productiva que el de la acontecida a principios de los años 70 del siglo pasado.

Hoy todos sabemos que la masacre del Jueves de Corpus fue fríamente planeada desde las más altas esferas del poder. De acuerdo con las investigaciones periodísticas y académicas que han salido a la luz en años recientes, fue perpetrada por cientos de halcones entrenados en Estados Unidos que se coordinaron con la policía y con las fuerzas militares el día de la represión. El presidente Echeverría estaba al tanto del desarrollo de todos los acontecimientos. El excelente documental de 2006 realizado por Canal Seis de Julio y dirigido por Carlos Mendoza, Halcones: Terrorismo de Estado (disponible aquí: http://ow.ly/KwP6W), expone con claridad lo que realmente ocurrió aquel fatídico día.

Julio Scherer sale de las instalaciones de Excélsior 8 julio, 1976
De la misma manera, en estos tiempos todos saben que la salida de Scherer, Vicente Leñero, Enrique Maza, Rafael Rodríguez Castañeda y Miguel Ángel Granados Chapa, entre otros, de Excélsior, fue un golpe planeado desde la Presidencia de la República. El ataque inició en 1972, cuando los oligarcas del país organizaron un boicot de anunciantes en contra de Excélsior para ahorcarlo financieramente. Y, finalmente, en 1976 un grupo de esquiroles bajo las órdenes de Los Pinos tomaron por la fuerza la Asamblea General de la Cooperativa Excélsior para destituir formalmente a Scherer. La mejor referencia para conocer en detalle los acontecimientos de aquellos días tan álgidos es el libro del mismo Leñero (en paz descanse) titulado Los periodistas, cuya nueva edición de 2012 fue prologada precisamente por Carmen Aristegui.

Tanto la matanza de 1971 como la censura de 1976 les salieron muy caras al régimen. La represión del Jueves de Corpus convenció a muchos mexicanos, y de manera destacada en Guerrero, a abandonar la lucha institucional para tomar las armas en contra del poder despótico. Asimismo, la expulsión de Scherer desembocó en la creación de la revista Proceso, una publicación que nos acompaña hasta la fecha como uno de los pocos bastiones de crítica informada que valientemente pone límites al poder corrupto.

El editorial del primer número de Proceso,­ publicado el 6 de noviembre de 1976, deja un legado muy valioso que presenta similitudes con la coyuntura del presente. Ahí los editores denunciaron “la inquina política en términos que causaron asombro dentro y fuera de México”, así como “la impudicia de la agresión” hacia el periodismo libre, y expresaron su decisión de no permitir que “el silencio cubra por completo a esta nación”. Remataron: “Así somos, y aquí estamos”.

En el video del Canal Seis de Julio sobre el 10 de junio se incluyen testimonios originales de estudiantes que intervinieron en la manifestación. En respuesta a la pregunta de un periodista: “¿Cree usted que son libres en México?”, un estudiante responde: “No lo creemos. La mejor prueba de esto es la existencia de presos políticos en las cárceles de la Ciudad de México y en otras ciudades del país”. Y en otra toma un estudiante explica: “Estamos luchando por un país realmente democrático, y tenemos que mostrar que el gobierno no es democrático. Estamos intentando demostrar que el sistema represivo no lo hace legalmente ni respeta la Constitución. Y estamos tratando de desarrollar un movimiento revolucionario”.

En esta época hay aún más periodistas –quienes “aquí estamos” en la brecha de la dignidad– y muchos más estudiantes y maestros con la claridad de que “el gobierno no es democrático”. Además contamos con redes de comunicación e información digitales que no teníamos hace 40 años. Y la decisión de los dignos padres y estudiantes de Ayotzinapa de rechazar la vía armada para acceder al poder público abre una enorme oportunidad histórica para superar viejos debates, desconfianzas y sectarismos.

Pocas veces ha habido una coyuntura tan favorable para caminar juntos a favor de una renovación de la patria; 40 años de represión y censura no han podido apagar la antorcha de la esperanza democrática. Al contrario, ésta alumbra el camino con más fuerza que nunca. Sigamos todos el ejemplo de los fundadores de Proceso tomando la historia en nuestras manos.

Twitter: @JohnMAckerman

(C) John M. Ackerman, todos los derechos reservados
(Publicado en Revista Proceso No. 2003)

domingo, 8 de marzo de 2015

"El Rey Peña" (8 de marzo, 2015)

Peña Nieto y familia en visita "de Estado" a Inglaterra
John M. Ackerman

La visita de Enrique Peña Nieto y su familia a la reina Isabel II en Buckingham Palace ofreció una excelente estampa de la putrefacción de la política nacional. En medio de una crisis nacional de proporciones históricas, con la violencia desbordada, la economía en picada y los derechos humanos en vilo, el inquilino de Los Pinos otorgó a su esposa e hijas unas vacaciones pagadas en Londres. Se confirmó que Peña Nieto no es en realidad el primer mandatario del país, sino un simple ornamento que desperdicia recursos públicos, igual que la misma reina de Inglaterra.

Isabel II ascendió al trono el 6 de febrero de 1952, funge simultáneamente como la gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra y es el jefe de Estado con más años en el poder del mundo. Representa con todas sus letras el autoritarismo más retrógrado. Con razón Peña Nieto se sentía como en casa durante la cena de gala y lucían tan sonrientes y contentos los integrantes de la comitiva presidencial, que incluía a Gerardo Gutiérrez Candiani, del Consejo Coordinador Empresarial, y a José Antonio Fernández, de FEMSA-Coca-Cola. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), fundado en 1946, ha controlado los destinos de la nación mexicana desde hace aún más tiempo que la reina Isabel II. Ambos comparten los mismos valores y prácticas de desprecio hacia el pueblo humilde y de derroche parasitario de los ingresos estatales.

La cobertura mediática lisonjera de la visita “de Estado” buscó fomentar la perversa fascinación del pueblo mexicano por las monarquías. Por ejemplo, las reiteradas menciones a la ridícula carroza del “Jubileo de Diamante” en que se transportaron juntos Peña Nieto e Isabel II, con un valor de 4.7 millones de dólares y con 260 zafiros y 48 diamantes incrustados, tienen el efecto de que parezcan normales los gastos insultantes de Peña Nieto, su gabinete y los exgobernadores priistas en sus residencias de lujo, aviones barrocos, departamentos en el extranjero y cuentas bancarias en Suiza. Tanto aquellos dispendios de Peña y sus cómplices como los de la primera dama y sus hijas en Inglaterra escogiendo entre los vestidos y las joyas más caros del mundo, para fingir que ellas también son parte de la realeza, deben ser motivo de indignación, no de celebración.

Lamentablemente, muchos críticos de Peña Nieto han caído en la misma admiración monárquica. Circulan por las redes sociales numerosas imágenes y burlas al mandatario mexicano por supuestamente no estar a la “altura” de la reina Isabel II. Por ejemplo, una imagen difundida por una destacada crítica del sistema representa a Angélica Rivera preguntando a la reina Isabel cuál de los contratistas del gobierno le habrá construido su hermoso castillo, como si las mansiones de la reina no fueran resultado de siglos de expoliación colonial. Otras colocan a Peña Nieto en situaciones incómodas exhibiendo su enorme ignorancia sobre temas básicos en presencia de La Reina, como si la monarquía inglesa fuera un modelo de sofisticación para un pueblo mexicano con grandes tradiciones históricas e intelectuales propias.

Si bien las limitaciones culturales e intelectuales de Peña Nieto y su familia son evidentes, es un error suponer que la realeza inglesa de alguna manera enarbola principios más elevados. La monarca de Inglaterra ofreció una cena de gala y apoyó públicamente al mandatario mexicano precisamente porque comparten los mismos conflictos de interés y la misma visión autoritaria del poder.

Vale la pena recordar que desde el principio México ha sido una república. Si bien las fuerzas y las tentaciones monárquicas e imperiales tuvieron una influencia importante sobre el país durante el siglo XIX, a partir de la Revolución Mexicana y la Constitución de 1917 el pueblo mexicano se decidió de manera definitiva por una estructura republicana y democrática para ejercer el poder estatal. Aquella decisión histórica ha sido traicionada una y otra vez a lo largo del siglo XX y a principios del actual. Los principales herederos y responsables de esta traición son quienes hoy se agrupan bajo el escudo del PRI, partido que, en su insignia, abusa anticonstitucionalmente de los colores patrios.

Desde el retorno del PRI a Los Pinos en 2012, el proceso de reinstalación monárquica goza de cabal salud. El Rey Peña pasea por el mundo supuestamente representando al país, pero el pueblo mexicano tiene perfectamente claro que el actual ocupante de Los Pinos solamente defiende los intereses de los más poderosos y ricos de la nación. Urge recuperar el gran legado de luchas republicanas e igualitarias que han definido la historia, la soberanía y la identidad mexicanas.

Twitter: @JohnMAckerman

(C) John M. Ackerman, todos los derechos reservados
Publicado en Proceso No. 2001